DANIEL SALORIO
Todos los tiempos reflejan una respuesta humana y universal a la magia misteriosa de la creación de una imagen.
|
|
Todo empieza con un encuentro.
|
Todos los tiempos reflejan una respuesta humana y universal a la magia misteriosa de la creación de una imagen.
En otras palabras: la percepción de la naturaleza reflejada como arte.
Los escultores en la Grecia Clásica decían que sólo la naturaleza, y no el estilo de otro artista, es digna de imitación. Lo que pertenece a la esfera de la estética y al estilo de un artista que solo admite la naturaleza como modelo.
La valoración de su obra parece depender, hasta cierto punto, de la comparación entre la propia obra y la naturaleza, aunque la conexión sea a veces tan remota que no se perciba conscientemente.
Esta comparación actúa de forma que para hacer un objeto, figura o bicho, escoge partes de otros elementos naturales distintos y los incorpora a su obra.
Saca sus modelos de las formas vivas y las describe con gran originalidad dotándolas de fuerza y mucha vitalidad.
El concepto en que se basa su trabajo, de acuerdo con la teoría platónica del arte, es superar el modelo de la naturaleza y así, al superarla, consigue una “belleza ideal” en la obra. Lo que en el pensamiento Occidental dio origen a la idea del artista como creador: un “alter deus“, el divino artista.
Se percibe en su obra un poder ilusorio que podía crear vida y movimiento como en la antigüedad clásica se decía del artista mítico. De esta manera, observando su interpretación de las figuras, hay una función "mágica" de la imagen en la que los efectos de la imaginación son tan potentes que un palo se convierte en un bailarín, las hojas y el musgo en un bicho, las conchas en caracol… Es el "don" de crear la apariencia de la realidad.
Solo queda que a esta verbena de músicos, bailarines, bichos y conchas, Daniel le dé el "soplo vital" como un creador de cosas vivas.