TAKA FERNANDEZ
Paisajes rituales, mapas imaginarios
La pintura de Taka Fernández (Ciudad de México, 1987) es un territorio en sí misma. Cada obra funciona como un mapa donde se entrecruzan figuras, monumentos, fechas y símbolos extraídos de la historia y la iconografía de Manialtepec, laguna en la que desarrolló su pintura.
Su obra parte de este lugar emblemático como punto de anclaje simbólico: no sólo como espacio físico, sino como reserva de memoria colectiva, cruce de culturas, escenario político y archivo vivo.
A través de sus pinturas, Taka construye una geografía afectiva de Manialtepec, donde lo cotidiano se funde con lo mítico, y lo documental se entrelaza con lo onírico.
El resultado eran obras marcadas por una estética muy terrenal, de tonos profundos y escenas cargadas de tensión simbólica.
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Paisaje 1 -
Paisaje 2
En sus últimas piezas —como las que hoy se presentan en The Romanach— esa cartografía se transforma. El paisaje deviene más gráfico, más vibrante, casi eléctrico.
Aparecen los colores flúor, el gesto se vuelve más inmediato, y los personajes adquieren una dimensión cercana al cómic o al videojuego, sin perder su carga ritual. Es una evolución visual que mantiene el vínculo con el símbolo y la memoria, pero que ahora se expresa desde un lenguaje más cercano a lo contemporáneo.
En su obra, aves e insectos —alegorías de pensamiento e ideología— se transforman en un potente simbolismo de mitología personal.
Una iconografía ritual que bebe del pensamiento mágico y articula un lenguaje propio, cargado de misticismo experiencial.
Su obra parte de este lugar emblemático como punto de anclaje simbólico: no sólo como espacio físico, sino como reserva de memoria colectiva, cruce de culturas, escenario político y archivo vivo.
A través de sus pinturas, Taka construye una geografía afectiva de Manialtepec, donde lo cotidiano se funde con lo mítico, y lo documental se entrelaza con lo onírico.
